Kamikaze

03:45 a.m. Doy vueltas en la cama. La inquietud desordena mi mente, siento una inconformidad de todo. La ansiedad encierra mis ojos al techo con la mirada pérdida. Otra noche más sin dormir.

Me levanto de un salto, busco mis sucias hojas recicladas y me siento en el escritorio maldito. Mis manos tiemblan de la angustia y la falta de paz, empiezo a maquinar mis versos, pero me pierdo inconscientemente en mi agobio. Recuerdo todo. Imágenes asaltan mi irremediable cabeza, es el preludio de mi ritual con la literatura, pero antes de escribir, una lágrima toca mi rostro, empuñó mis dedos mientras golpeo con mi mano derecha el bolígrafo y lo presiono con rencor contra mi escritorio. Pienso en todos los dolores que me atormentan, pero no me doy por vencido, es el momento de proferir versos en contra de mi angustia y cambiar mis lágrimas por frases llenas de sangre;

«¡Diablos! Estoy cansado de mentir, siendo un escritor frustrado no debería de temer a la verdad que tanto oculto, si mis metas transcendentales no serán ejecutadas, al menos puedo intentar arriesgar mi desafortunada vida siendo un kamikaze del oprobio, apostando hasta el último suspiro en mi mayor plan que debería ser… Me observo aterrado en todo lo que eso conllevaría, así que prefiero omitir a no ser que sea escuchado por… Y mi peor secreto quede al descubierto.

Puedo convertirme en ese piloto de formula 1 que maneja a una velocidad suicida menospreciando la probabilidad de terminar con su vida. Puedo ser ese sujeto que se desprende de si mismo sin nada que perder porque ya lo peor lo perdió ¿Que me cuesta arriesgar? Algún día terminaré yendo al seol y seré olvidado como uno más de la estadística. ¡Tengo que intentarlo ferozmente y correr la última distancia de mi vida! ¡El fracaso ya lo tengo, el fracaso es la inmovilidad! Yo quiero satisfacer mis deseos, no acepto llegar a ser otro miserable más que llega incómodo a fin de mes.«

Pero con lo que no cuento es que ya mi salud está mandando sus primeras quejas graves, las dolencias en diferentes partes del cuerpo me carcomen, las últimas pruebas médicas son nefastas, y las pesadillas de las que propendo ya me hartan a niveles que prefiero ser impactado por un rayo… ¡Tengo que intentarlo! ¡¡el tiempo se agota!! ¡¡¡Tengo que lograr!!! Al menos mis naves ya están quemadas y no tengo nada que dejar.

Cierro mis ojos, suelto lágrimas, doy vueltas en mi escritorio, tomo todo lo escrito y lo arrojo con desprecio a la basura.

Pienso decepcionado; ¿Para que continuar escribiendo esta historia si soy un profano de la Literatura?

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