El escritor frustrado

El escritor está entendiendo en sus enredados pensamientos que el desapego podria ser su destino, el lugar donde al fin encontrará la paz necesaria para no aborrecer vilmente la vida.
No se trata de ser conformista, algo que le es contrario, ya que su orgullo y sus ganas de conquistar la gloria permanecerán en su mente. Quiere saborear los frutos del triunfo y todo aquello que le ha escamoteado la realidad y el mendigo pais que habita. Pero, no obstante, ha comprendido que no puede pasar la vida deseando constantes logros que no están a su alcance, esto seria un malestar peor que reduciría su ya bastante malherido potencial.

Piensa que va más allá. Al final lo que da paso al sufrimiento es el deseo insatisfecho, y sus deseos ladran desde su interior como perro con hambre.

Hay dos opciones; elegir el camino del mendigo que no necesita de la gratificación material o abalanzarse a la idea desgastada del logro material, pero soportando angustiado continuar insomne, reflexionando constantemente sobre su pobre y miserable vida, estimulando cada vez el deseo de poder encontrarse con el milagro que desaparezca su escasez material.

Ayer decidió encender el televisor y perderse en sus pensamientos mientras sus ojos congelados observaban la pantalla, pensaba torpemente en que su camino de convertirse en un escritor reconocido es contrario a ser millonario. Este camino no es el mismo que recorrió Garcia Márquez o Stephen King, hoy es un camino congestionado de flaquezas económicas, es un camino de desprendimiento, errante, es andar en la vida como aquel pordiosero que caminaba por las calles polvorientas de Parque Valencia con una taza endeble pidiendo algo de sopa para llenar su estómago, piensa fuscado;

«Este es el camino del escritor en la actualidad, un camino solitario y malgastado, no es para ser millonario y vivir en una mansión desvanecido en los placeres vulgares de la vida. Este es un camino para desahogar e infectar hojas blancas con la venenosa tinta negra, escupiendo mi odio en contra de la humanidad que cada vez me apesta más, y reir como el Joker a las 02:00 a.m. Encerrado en mi cuarto mientras práctico mi liturgia literaria nocturna, lugar dónde convierto en realidad literaria todo aquello que me niega la vida. Desde mi cuarto soy un dios; un creador de cuentos y mundos que están plagados de rencores, odios, desamores, imperfecciones, rabia, venganza, y porqué no, algo de amor.«

Desde este cuarto el escritor principiante puede sostener sus bolígrafos desteñidos y golpear con furia acumulada la mesa, mientras, práctica su ritual oscuro de escritor maldito.

El escritor concluye alcoholizado por las letras, que prefiere la vida del desconocido Diógenes.

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