Carta despechada.

Esta carta fue escrita en el momento más critico de mi relación con la chica que más me ha enamorado.

Aún recuerdo esa primera vez en que comenzó todo esto, el punto inicial de este camino incompleto, el comienzo de esta historia accidentada que nos dejó vacio.

¡Que giro hemos dado!

Tú por allá buscando olvidarme con tus mil caprichos y tu insomnio que en las noches te acompaña a pensarme.
Yo por aqui desde este lado del territorio vergonzoso, desde este pedazo de tierra llena de espinas y serpientes venenosas, en una mesa con una vela a la que le queda poco y nada como a mi.

Vuelvo a mi estado natural o por lo menos así es desde que no te veo; soy tiniebla, soy oscuridad, soy realidad decadente, soy pastillas y mejor no me describo más, no mereces enterarte de mi desastre, no quiero agregarle más dolor a tú sobredosis de angustia y sobre pensamientos, no quiero que sepas que sin ti las tinieblas me ha llevado a tropezar con cosas insospechables y no mereces sospecharlas, para ti todo lo mejor de mi, asi sea sobre actuado, asi sea ficción.

Esta situación me ha enseñado a fingir que nada duele, esto es contradictorio, con las veces que he maldecido cuando veo a alguien diciendo cosas fingidas, pero en este caso, valga todo lo que me lleve a fingir que nunca te tuve ni te escapaste conmigo, que nunca te besé, ni nos tocamos lejos de las miradas juzgante de los predicadores de la doble moral; que no soportan ver que otros hagan lo que ellos quisieran pero que por interés critican. Fingo mil veces ante la mirada de sospecha de los imbéciles que nunca te besé los senos y jamás tocaste mi lado más oculto ja, ja, ja. Si ellos supieran todo con lujos y detalles nos dejarían marchar porque ya lo peor lo hicimos, somos unos pecadores y no merecemos el cielo, merecemos el infierno para seguirnos quemando a fuego lento, para seguir sintiendo ese calor que nos unió aquel sábado que nunca olvidaremos.

Mira yo te lo dije jugando, pero si nuestra familia tuviera razón nos vamos derechito pal’ infierno y sin pagar peaje, no lo digo para provocarte pavor, después de todo lo que me hiciste hacer no deberias temer a nada, no temas, en toda caso Dios nos absorberá, no tenemos culpa de que él nos hiciera con defectos de fábrica.

Te escribo esto y la vela que me alumbra se está apagando, hay un fuck apagón nacional nuevamente (no es una metáfora) es la muestra de la oscuridad general que vive el país, en fin. No quiero hablar de política solo quiero y debo desahogarme.

Ayer me vinieron pensamientos auto destructivos, las cosas me carecen de sentido, no puedo concentrarme en ninguna putada, estoy enfermo sentimentalmente, algo dentro de mi de está apagando; desánimo, ingiriendo cosas extrañas para recobrar el ánimo que hizo enamorarte de mi, pero es imposible. Estás lejos de mi, estoy lejos de ser el verdadero Samuel, mi vida se ha reducido ha escombros en todos los sentidos y solo rescato mi vergonzosa capacidad para parecer indolente, pero a pesar de todo no soy tan listo, ya se han venido dando cuenta de mi bajón, de mi visible incapacidad para hacer cosas simples, de mis ojeras que se han acentuado desde que no te veo, de mi ansiedad irrefrenable y de lo estúpido que me he convertido.
Ya no quisiera sentir esto, te lo juro, no es tan bonito encontrarse como un sujeto que carece de fuerzas para seguir andando…
¡Ya me obstine! ¡¡No quiero seguir rayando este puto papel!!
Capaz y termine leyéndolo la persona equivocada y sea…

La foto del escrito original. Una de las muchas cartas que escribí por ella, a veces inspirado en nuestros encuentros furtivos, otras nacidas del desespero que conlleva la intriga.

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